Llega un momento en la vida de toda señora de bien en el que, reunida con tres amigas alrededor de una mesa llena de cosmopolitans o de cafés del starbucks, tiene que dar respuesta a una de las preguntas más típicas e incluso podríamos decir desfasadas que existen en el mundillo gay. Lo curioso de esta pregunta es que, según la fase de tu vida que estés viviendo, lo que debes responder es siempre distinto, y siempre te hace pensar... ¿Tan puta soy? o ¿Tan fea soy? o ¿Tan jodidamente cara de caballo tengo? Y la situación es esta:
- ¡Uy!¡Qué divertido!¡Si
estamos las cuatro!¡Y todas hemos pedido cosmopolitans! ¡Somos como las de Sexo
en Nueva York! Venga, ¿quién es cada uno?
Y de pronto el tiempo se
detiene. La Samantha Jones de turno que sabe que jamás será nombrada
"Miranda" de la mesa, ya ha jodido la noche al pobre desgraciado que
va a tener que beber chupitos de tequila hasta que salga el sol para olvidar el
miedo a morir sólo en su piso y que su propio gato se coma su cadáver, cuando
semanas después de su muerte nadie se haya dado cuenta de su ausencia.
Pero la crueldad de la
pregunta va mas allá de lo que de primeras pueda parecer: nadie te está
preguntando con qué personaje de Sexo en Nueva York te identificas más, se
trata de que las que hasta ese momento has considerado gente maja digan qué
personaje eres. A pesar de que tú te creas una trendy triunfadora
SarahJessica-caradecaballo, los que se encuentran alrededor de la mesa son
capaces de degradarte hasta que te sientas la más miserable de las basuras.
El que ha lanzado la
pregunta se autocontesta -¡Yo soy Samantha! - Cosa que todas las demás aceptan
- ¡Uy sí! ¡Eres muy puta y muy vieja cariño! - Luego sale alguna Sarah Jessica,
alguna sosa-Charlotte a la que lo más emocionante que le ha pasado en su vida
es giñarse encima, y se decide con la mayor maldad cual de todas es Miranda, la
que acabará sola y gorda el resto de su vida.
No puedo contar cuántas
veces a lo largo de mis años de juventud he tenido que responder y
auto-definirme en una situación similar, posiblemente haya tomado demasiados
cosmopilitans, pero sí recuerdo una vez en particular, la última de todas, la
que seguramente hará que mis amigos no vuelvan a jugar a este extraño juego de
perversión del autoconcepto en mi presencia.
Resulta que te haces mayor,
te echas novio, tienes una perra y te vas a vivir a un barrio lleno de glamour
y jardineros cachodos con el torso al descubierto llamado Vallecas. En ese
momento dejas de ser Samantha Jones, porque ya no eres puta. Dejas de ser
Miranda, porque se supone que no acabarás sola. Dejas de ser Carrie, porque tu
vida emocional y sexual interesa al resto menos que una mierda. Te has
convertido en la pija republicana Charlotte, tus amigos han tenido la poca
decencia de igualarte a la tía más sosa y petarda del mundo y lo que antes era
una animada charla en un bar de cockteles se ha convertido en un show de
botellas rotas, cabezas abiertas y demandas por agresiones. ¡A mí nadie me
llama republicana!
LA MARICA PEPERA
Si alguien dijo alguna vez
que Sexo en Nueva York era un fiel reflejo de la realidad, mentía. Pero si hay
algo de esa serie que podemos aprovechar para hacer un análisis de la sociedad
actual es precisamente ese personaje, la republicana, la pepera, la Charlotte
del grupo.
Poco se ha escrito acerca
de ese personaje que empieza a surgir de las alcantarillas más sucias de la
inmoralidad de nuestra sociedad y que curiosamente lleva la moralidad por
bandera. La marica pepera no es, por desgracia, un personaje de la ficción,
existe, vive, y se la reconoce rápidamente por sus estados del Facebook.
Hace poco tuve el dudoso
honor de discutir a través del estado de otro amigo con una pepera de esas recalcitrantes.
Sabes que son gays porque les has visto de fiesta en ciertos locales de mal
nombre, y sabes que son unos jodidos fachas porque has visto sus fotos en la
red frente a ciertos monumentos del valle de los caídos con animados
comentarios sobre lo bien que se lo pasaron otros amigos en ese mismo lugar con
el brazo en alto. A pesar de la seguridad de saber de su condición de marica
pepera y facha, nuestro defensor de la moralidad se atreve a decirte cosas como
"qué sabrás tú a quién he votado o si soy gay o no". ¿De qué se
avergüenzan? ¿De ser maricas, de ser peperas o de ser ambas cosas a la vez?
"TENGO MUCHOS AMIGOS
GAYS"
Debo decir que tengo
amigos, amigas y familiares votantes del PP, y que, además, me caen bien. De
hecho, todos mis amigos gays conviven con total tranquilidad con votantes del
PP, conozco muchos casos de votantes del PP que están a favor del matrimonio
homosexual, incluso votantes del PP feministas. Diré más, conozco votantes del
PP a los que les repugna la iglesia, votantes del PP que, en muchas ocasiones,
parece que solo votan al PP porque les cae mal el PSOE o por tradición
familiar.
Muchos de los que votan a
la derecha, o incluso dirigentes de derechas dicen "tener muchos amigos
gays". Lo curioso del tema es que un votante del PP es capaz de mirarte a
los ojos y decirte a quién ha votado sabiendo que tú eres homosexual. Lo hacen
sin pestañear, sin sentir ni un pequeño rubor, sin pensar de la pequeña
inmoralidad que comenten cada vez que hacen esto. "He votado a un partido
que quiere limitar tus derechos, sin estar de acuerdo con ellos en esto. Porque
sí, porque me sale del coño, y te lo digo sin inmutarme, orgulloso de votar al
PP aunque te consideren inferior. ¿Ves que majo soy?", parecen pensar.
Me imagino ahora que el
partido al que yo voto, EQUO, dijera en un universo paralelo y opuesto a este,
por ejemplo, que el voto de una mujer no puede ser equiparable al voto del
hombre, que dijera que el voto de la mujer es inconstitucional y que lo mínimo
que debe hacerse es cambiarle el nombre y llamarle, por ejemplo,
"consulta". Los hombres votarían y a las mujeres se les "consultaría"
quién quieren que esté en el poder, lo que se haga con esa consulta ya se verá
cuando lo diga un tribunal lleno de gente que opina, como mi partido, que la
mujer no merece ser considerada como el hombre.
Ahora me planteo qué cara
sería yo capaz de poner a una mujer al decirle que yo voto a un partido que va
a intentar quitarle uno de sus derechos más importantes porque no es justo que
estén al mismo nivel que yo, un hombre, superior a ellas según el partido al
que voto. Creo que no sería capaz de hacerlo, sinceramente, si votara algo así
tendría decencia de mantenerlo en secreto. Diré a la amiga votante del PP que
lee estas lineas que se plantee esto y se pregunte si es moral o no votar a un
partido que lucha por quitar los derechos de gente, de familias, que saben que
se merecen tener esos derechos tanto como cualquier heterosexual. Tú, que
tienes y quieres a amigos cuya felicidad puede pasar por adoptar un niño o
casarse con la pareja con la que viven y a la que son tan fieles o más que
cualquier pareja "tradicional", ¿has pensado que estás votando contra
la felicidad de tus propios amigos de un modo irracional? ¿En serio no te
revuelve las tripas pensarlo así?
LA IZQUIERDA Y LA DERECHA
Se suele decir que uno de
los problemas de la izquierda de este país es que está excesivamente dividida,
que es más complicado para la izquierda llegar al poder, y es cierto: es un
problema, si tus valores no te impiden votar a un partido que no representa tus
ideas, es un problema. Ahora, si tú, mediante tu voto, quieres apoyar al
partido que más represente lo que piensas y te niegas a votar exclusivamente
contra algo sino a favor de algo, no es un problema en absoluto. Muchos amigos
me llamaban traidor del PSOE por no votarles en las últimas elecciones, e
incluso me han culpado a mí y otra gente como yo de que el PP alcance la
mayoría absoluta. Yo les diré que para mí votar a un partido que no ha sido
capaz de hacer ninguna medida a favor del pueblo cuando los banqueros han
expoliado a diestro y siniestro no es una opción, votar a un partido que solo
es de izquierdas cuando no tiene a los ricos soplándoles la nuca no es lo
deseable, es una mierda.
En el lado opuesto tenemos
a la derecha de este país. En el mismo partido tenemos a gente que apoya el
matrimonio homosexual y a gente que si te encuentra en un callejón de la mano
con tu novio no dudaría en darte un "sustito". Tenemos a gente que va
todos los domingos a misa y no cree en la teoría de la evolución mezclada con
científicos que en su puta vida han entonado un "avemaría", deben ser
estos últimos gente que reflexiona muy bien su voto, ya que votan a un partido
que se autodefine como "católico" sin ser ellos nada de eso, debe
haber otras razones de mucho peso que les hagan votar al PP, o no...
Jamás he entendido porqué
hay gente que vota a la derecha, entiendo que solo buscan su propia seguridad o
bienestar sin importarles la justicia o la solidaridad, pero ya que votas a la
derecha, ¿No te gustaría votar a un partido que defienda lo que tú piensas y no
los radicalismos más extremos? ¿No sería mejor que existieran varios partidos
de derechas en los que hubiera gente más moderada y que representara a toda esa
población sin representación real? (nota: Como gente moderada no me refiero a
Rosa Diez ni a Durán i Lleida, gente cuyas ideologías extremistas están más que
demostradas).
Tras analizar esto, vuelvo
a pensar en T. Soyer (no diré su nombre completo para preservar su intimidad),
el chico con el que discutía por FB hace unos días y representante para mí de
las maricas peperas de España. Ser marica y de derechas es en sí mismo una
inmoralidad. Pertenecer a un colectivo al que han discriminado, maltratado y
defenestrado y del que sigue muriendo muy a menudo gente alrededor de todo el
mundo a manos de la derecha y no defender a otros sectores desfavorecidos que
han sufrido como nosotros es una indecencia y muestra de una falta absoluta de
solidaridad, pero, si además de votar a la derecha se vota a un partido que
directamente está en contra de los derechos del propio colectivo al que uno
pertenece... eso, amigo Tom S., es ser gilipollas.
POR LA PAZ SOCIAL
Hoy día, gracias a la
repetición del argumento de la derecha de que la crispación es cosa de los
rojos que somos unos marrulleros, tenemos unos sindicatos domesticados que en
vez de huelgas generales "testean el sentir popular" en domingo y
hacen EREs cuando la reforma laboral de turno se lo permite, tenemos al principal
partido de la izquierda absolutamente acojonado, tanto que ya no es de
izquierdas, y tenemos a miles de gays votantes del PP, aunque por suerte, la
mayoría aún no están orgullosos de hacerlo. Hablo de los gays porque es el
colectivo que me toca de cerca, pero podríamos hablar también de mileuristas,
de negros, de sudamericanos, de mujeres... de cualquier colectivo ninguneado
por la derecha tan a menudo.
Mucha gente está orgullosa
de esa paz social que se ha creado, y desde aquí he de gritar un ¡Ya basta!. Es
una paz falsa, es una paz basada en el minusprecio de ciertos colectivos,
basada en la injusticia y en la desigualdad de las personas, avalada por el
silencio de la izquierda. Ya basta de soportar que un amigo te diga que va a
votar contra tus derechos, ya sea a través de una decisión del tribunal
constitucional o de una reforma laboral, con cara de total indiferencia, como
si lo que te dice fuera lo más normal del mundo. La reivindicación de nuestros
derechos, bien como homosexuales, bien como trabajadores, bien como mujeres,
empieza por el cara a cara, empieza cuando alguien dice que va a votar al PP o
que va a afiliar a su hijo recién nacido a una de las instituciones que más
injusticias y muertes tiene a sus espaldas: la iglesia católica. Si bien existe
democracia, y cada cual puede ejercer su derecho de votar a quien le plazca,
también tenemos nuestro derecho a decir lo que pensamos y el deber moral de dar
la cara por los que no tienen voz en otras partes del mundo y en nuestro día a
día.
Basta de paz social, basta
de aguantar con cara de pasmarotes mientras gritamos por dentro. Cuando la
Charlotte del grupo sea capaz de defender su voto al PP con una copa delante y
cara de superioridad sobre el resto de los mortales, debemos ser capaces de
levantarnos, coger nuestro cosmopolitan, tirárselo a la cara a esa pija de
suburbio y recuperar la tan añorada posición de Samantha Jones que nunca
debieron arrebatarnos en el grupo. Ya no seremos las más golfas del lugar, pero
seguimos siendo progresistas, seguimos diciendo siempre lo que opinamos y
seguimos plantando nuestras pelotas en la cara a quien se atreva a decirnos que
somos menos que los demás tras el parapeto de una paz social que, en mi
opinión, nunca debió existir, ni lo hizo de verdad.
Y la canción de la semana dedicada a todas esas
maricas peperas, que en realidad tan solo son "Black room boys"